
Soñarte no siempre es fácil,
quererte,
desearte desde lejos,
es una aventura que no pedí,
es cruel
que después de todo
yo siga aquí,
anhelante
de la luz que habita tus ojos.
Me acuesto sin paz,
sin la seguridad de tenerte,
suena una campana
a lo lejos,
y creo que tañe
con su bronce sordo
por tu llegada,
pero no,
es solo el reloj de la torre.
Escucho el ruido automotor,
los bocinazos noctívagos,
hay un llanto
y un olor
que entra por la ventana,
deben ser las flores marchitas
que en impune soledad,
tanto como yo,
lloran tu prolongada ausencia.
Soñarte sin tenerte
no solo es difícil,
es un absurdo
que dulcemente
ocupa mi tiempo
en tratar de recordarte,
rescatándome
de las garras del silencio.